No me digas que soy importante por ser la primera de la lista, que polvos llevas muchos pero amores ya es otra cosa. Que me sobran dedos de una mano para mandar todo a la mierda, para gritarle al vacío que no me importan sus sordas palabras ni sus gemidos nocturnos.
Te imaginaba en la distancia, yo desde tierra, y tú, en el mar, quizás con piedras en los bolsillos, quizás ahogándote. Ojalá ahogándote.
Sí, te imaginaba, puede que con amor, o por lo menos con odio reprimido.
Y aquí estamos tú y yo otra vez, enfrentados por un trozo de cama, recogidos en ese segundo que se convirtió en años.
Porque los polos opuestos siempre se repelen con camas ajenas.