No escuchas música, ni ruido, ni nada, todo está en un completo silencio roto sólo por el tic-tac del reloj que te recuerda que la pesadilla no se para, no retrocede, sólo continúa.
Entonces recorres la habitación con la mirada: libros quemados, hojas esparcidas... todo es gris y oscuro, parece la cueva de un monstruo y en realidad lo es. Y cuando tus ojos se dirigen a la puerta, algo te presiona el pecho y rodea con sus garras tu cuello. Intentas gritar pero nadie te oye, nadie está ahí.
La puerta y la ventana se cubren con ladrillos y la habitación se transforma en un cubo de pequeñas nubes acolchadas. Las garras del monstruo están atadas y ya no puede hacerte daño.
Lo miras a los ojos y te pierdes en un mar lleno de medusas, sumergida en la bañera más grande del mundo. Finalmente sucumbes dejando que tus pulmones se llenen de agua y, mientras desciendes, escuchas una voz que dice "es tu hora, despierta".